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Economía colaborativa en el sector cerámico

Analizamos posibles oportunidades alineadas con la economía colaborativa

La economía colaborativa (sharing economy) es una consecuencia más de la revolución digital. Cuando se auguraba que traería como resultado una gran pérdida de puestos de trabajo, se estaba subestimando la capacidad del hombre para crear nuevas relaciones laborales y productivas.

Y es que, según diferentes estudios, parte del futuro del empleo está en esta nueva forma de entender los negocios y que se ha etiquetado como Economía Colaborativa. Inicialmente, y en sus versiones más globales, está chocando con múltiples pilares de la economía actual. La falta de un marco legal, el intrusismo, la opacidad en cuanto al pago de los impuestos pertinentes por los beneficios obtenidos, el ruido mediático… son algunas de las causas que inicialmente están haciendo ver con dudas a algunos su evolución, pero el vertiginoso desarrollo tecnológico lo hará imparable. Quizás dos de los ejemplos más conocidos de economía colaborativa son Uber (servicio colaborativo de transporte) y Airbnb (servicio colaborativo de alojamiento).

Las plataformas P2P existen desde principios de los años 90, pero su gran explosión tuvo lugar a partir de la crisis del 2007. El valor diferencial está en el conocido “Time to market”, o capacidad para poner en el mercado el producto que demanda el cliente. La OBS (Online Business School) recoge en su informe “Los límites de la economía colaborativa” que en 2015 existían más de 7.500 plataformas de este tipo en todo el mundo y que la Unión Europa cifró en 28.000 millones el impacto del consumo colaborativo en ese mismo año. La consultora PwC y la escuela de negocios OBS han previsto que el impacto mundial en 2025 de la economía colaborativa será de 300.000 millones de euros.

El pasado 2 de junio, la Comisión Europea dictaminó una serie de recomendaciones cara a orientar a los consumidores, las empresas y las autoridades públicas para que puedan participar con confianza, ya que consideran que este modelo de negocio puede significar importantes beneficios económicos y sociales, siempre que se fomente y desarrolle de una forma responsable.

Pero el propio término se extiende a toda una serie de posibles colaboraciones, hasta ahora muy difíciles por lo complicado de gestionarlas en tiempo real, que pueden redundar en la mejora del medio ambiente, de nuestros productos y también de nuestros servicios.

Todo ello está vinculado con la 4ª revolución industrial o Industria 4.0, de la cual ya hemos comentado en otras ocasiones. La aplicación masiva de las redes para la recopilación de información tanto del proceso de fabricación como del resto de la cadena de valor, y su posterior tratamiento y correcto aprovechamiento, redundará en toda una serie de optimizaciones y mejoras hasta ahora impensables. En algunos casos, esta mejora vendrá dada por la explotación de esta información de forma compartida entre diferentes empresas.

¿Y cómo puede aprovechar un sector como el cerámico el fenómeno de la economía colaborativa?

Sin ir más lejos, en la actualidad, el ITC está colaborando en un proyecto europeo (SHAREBOX), junto a un conjunto de empresas del polígono industrial de la Mina de Nules, cuyo principal objetivo es crear una plataforma para la gestión de una serie de recursos (energía, residuos, etc.) de forma conjunta y obtener así una serie de ventajas frente al modelo tradicional de trabajo.

Pero esto es solo el principio, y los caminos pueden ser muchos. Uno de ellos son las infraestructuras. Muchas de las empresas se han quedado con parte de sus instalaciones vacías debido a los recortes de personal, aunque ello no quita que se tenga que acometer gran parte de los gastos que conlleva, como limpieza, mantenimiento, etc. Una posibilidad es poner a disposición de otras empresas estos espacios, bien para actos puntuales como en alquiler para un determinado periodo de tiempo.

Otra de las líneas de mejora que puede apoyarse en la economía colaborativa es la logística. Un sector como el cerámico, dónde aproximadamente el 90 % de su actividad se encuentra concentrada en un clúster, requiere de una flota de vehículos de todo tipo para los diferentes transportes de materias primas, productos e incluso personas, que en muchos casos se gestionan de forma independiente y no se optimiza la capacidad máxima de transporte, reducción de costes, plazos de entrega, etc.

Quizás el nicho más atractivo para la aplicación de la economía colaborativa esté en la venta de producto. Ya se comentaba en un contenido anterior que la venta y distribución de producto cerámico, así como del resto de materiales de construcción, necesitaba tener un mayor enfoque al consumidor y no tanto al producto.

Una posible fórmula seria que, dado el importante ahorro de costes de fabricación que significa estar produciendo el mismo producto cerámico durante un largo periodo de tiempo, no parece descabellado pensar en la especialización fabril en un único producto, accediendo a la venta de forma colaborativa junto a otras empresas especializadas en otros productos cerámicos.

Vicente Lázaro Magdalena

Responsable Unidad de Vigilancia e Inteligencia Competitiva.
Área del Hábitat

BIBLIOGRAFIA:

http://www.pwc.es/es/publicaciones/digital/evaluacion-economia-colaborativa-europa.pdf

http://blog.uclm.es/cesco/files/2016/06/La-economia-colaborativa-como-motor-de-recuperacion-de-Europa.pdf

http://europa.eu/rapid/press-release_IP-16-2001_es.htm

http://ec.europa.eu/DocsRoom/documents/16881

http://elobservatoriocetelem.es/2016/09/espana-la-cabeza-la-economia-participativa-europa/

http://www.uji.es/com/investigacio/arxiu/noticies/2015/10/sharebox-itc/?urlRedirect=http://www.uji.es/com/investigacio/arxiu/noticies/2015/10/sharebox-itc/&url=/com/investigacio/arxiu/noticies/2015/10/sharebox-itc/