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Yolanda Reig Otero, Secretaria de Consejo Rector de ITC-AICE

 

Surfeando por la ola de la sostenibilidad

Y el momento de subirnos a la ola nos está pasando.

O nos transformamos rápidamente hacia una gestión responsable y sostenible o desgraciadamente nos engullirá, a contrapié, un tsunami de compromisos que no habremos integrado en nuestras organizaciones.

Hace ya ocho años, en septiembre de 2015, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó, por unanimidad, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: un plan de acción que cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a desarrollar con horizonte 2030, objetivos que no solo obligan a contribuir a las administraciones públicas, también al tejido empresarial, a los centros de conocimiento, a las distintas entidades públicas y privadas, y a toda la sociedad civil.

La necesidad de esta transformación se está acelerando exponencialmente desde que la Comisión Europea integró los 17 ODS en sus seis grandes ambiciones: Green Deal o Pacto Verde Europeo; un nuevo empuje a la democracia europea; una economía al servicio de las personas; una Europa adaptada a la era digital; el modo de vida europeo; una Europa más fuerte en el mundo.

Estas grandes ambiciones llevan aparejados cambios importantes y que afectarán, antes o después a todas las organizaciones, no solo a las grandes empresas y cotizadas. El alinearse con estos objetivos constituye, sobre todo, un compromiso y una oportunidad sin precedentes para alinear los retos de un negocio con los de la responsabilidad y la sostenibilidad.

Cuando las organizaciones trabajan su proceso de transformación en el marco de la Agenda 2030 lo hacen con un carácter más amplio. La sostenibilidad corporativa parte de una visión que busca generar valor con criterios ambientales, sociales y de gobierno, los denominados criterios ASG (o ESG en sus términos en inglés) y compartirlo con todas las partes interesadas, no sólo con los/las accionistas. Muchas organizaciones, en sus decisiones, ya están considerando otras dimensiones como son los derechos humanos, el impacto climático y medioambiental a largo plazo, la ética y la transparencia.

Hay que pensar en un nuevo modelo de relaciones. Las empresas y entidades como es el ITC, un Centro Tecnológico comprometido con un sector industrial, necesitan trabajar con un propósito de desarrollo sostenible y medir su impacto. Las fuerzas impulsoras de la ola de la sostenibilidad nos arrastran a un cambio de estrategia:

  • La legislación que ya está vigente y la que vendrá
  • La presión de las cadenas de valor. La legislación obliga a que las grandes empresas europeas tendrán que determinar, medir y/o mitigar los efectos adversos de sus actividades vinculados con su cadena de suministro. Las Pymes, los centros tecnológicos, las universidades, por su papel de proveedor, les aplica muy directamente esta nueva normativa de sostenibilidad.
  • La presión del consumidor. La mayor concienciación del consumidor en relación con los valores y prácticas de sostenibilidad y éticas son razones a la hora de elegir un determinado producto o marca. Es también un arma de doble filo, los compromisos de las organizaciones han de ser reales, convincentes y cercanas. No se puede caer en el greenwashing. Hay que comunicar y conectar de forma auténtica con todos los grupos de interés, de forma transparente y coherente, clara y didáctica, poniendo en valor las alianzas para multiplicar el efecto transformador de la sostenibilidad.
  • La competencia. Las organizaciones que apuestan por un propósito de sostenibilidad serán las líderes. Según un estudio de Deloitte, el 69% de las empresas encuestadas ya están realizando acciones de mitigación y el 68% de adaptación al cambio climático. El 40% de ellas acelerará sus esfuerzos durante los próximos años.

La estrategia de sostenibilidad ha de integrarse en los distintos niveles de la gestión corporativa de las organizaciones afectando a múltiples departamentos. Es un proceso de gestión del cambio y de incorporación de nuevas actividades y funciones que precisan de liderazgo, compromiso, un cambio de mentalidad, recursos, colaborar con todas las personas de la organización e involucrar a los distintos grupos de interés.

Requiere una declaración del propósito de sostenibilidad, una adopción de un modelo de gestión del impacto y reporte de sostenibilidad. Es necesario un nuevo modelo de gobernanza alineada con la sostenibilidad que comunique su impacto, una cultura interna de sostenibilidad y una cadena de valor y alianzas comprometidas.

Hay tres tipos de organizaciones, las que cambian por convicción, ellas serán las pioneras, las que lo hacen por conveniencia y las que lo hacen por coacción ¿Dónde quiere posicionarse el sector cerámico?

Aprender a surfear por la ola de la sostenibilidad, al final, es una responsabilidad global y personal. Realmente es una necesidad vital de la civilización convivir con nuestro entorno en condiciones favorables. El desarrollo económico ha de estar reconciliado con el progreso tecnológico, el bienestar social y la conservación de nuestro planeta. La Agenda 2030 es un propósito mundial porque hoy en día no existe ningún planeta B.

 

Yolanda Reig Otero,

Secretaria de Consejo rector y responsable del área de Transferencia Tecnológica de ITC-AICE