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Eliseo Monfort Gimeno, Catedrático de Ingeniería Química de la UJI

¿Por qué las empresas del clúster cerámico están dónde están? 

Del sector cerámico se ha escrito e investigado muchos sobre productos, procesos de fabricación, organización empresarial, pero un tema del que existe menos tratamiento, al menos hasta donde yo conozco, es el estudio de las fuerzas impulsoras que han determinado la ubicación de las empresas. En esta editorial no pretendo aportar ni contrastar datos, son simplemente unas reflexiones abiertas a sugerencias, comentarios o mejores opiniones, a raíz de una serie de preguntas que surgieron en un seminario sobre la evolución del clúster cerámico, que me permito compartir.

Estamos acostumbrados a observar que las empresas del clúster cerámico se ubican en un territorio relativamente pequeño y los cambios de ubicación son muy lentos, apenas inapreciables, parecen una foto fija, pero la configuración, si la vemos con perspectiva histórica, ha ido cambiando, lenta pero perceptiblemente, en los últimos 50 años, empujada por diferentes fuerzas impulsoras, entre las que el acceso a la energía ha jugado, sin duda, un papel fundamental.

 

La tradición y las minas como germen del clúster

El origen del clúster se remonta a la tradición de fabricación de productos esmaltados refinados iniciada por la Fábrica del Conde de Aranda fundada en el siglo XVII en l’Alcora, que ya expandió la producción industrial de cerámica en las poblaciones vecinas con las denominadas “fabriquetes”, lo que daría lugar indudablemente al gran bagaje en la fabricación industrial de productos cerámicos en la zona. En el siglo XX las primeras empresas azulejeras aprovecharon en estas poblaciones la existencia de personal cualificado, conocedor del proceso cerámico, la red de suministro de agua, la cercanía a las minas, y la tradición de suministro de fuentes de energía suficiente, en forma de lo que hoy en día llamaríamos “biomasa”.

 

La red de gaseoductos como factor aglutinante

Aunque el uso de biomasa se vio paulatinamente desplazado por la utilización de combustibles líquidos, sin duda la llegada del gas natural a través de gaseoductos supuso una auténtica revolución industrial en la década de los 80, lo que fue uno de los factores clave del crecimiento y consolidación del conocido como triángulo azulejero (l’Alcora, Onda y  Vila-real), puesto que al existir empresas potencialmente consumidores de gas natural se creó una red de gaseoductos en la zona donde estaban ubicadas, que a su vez tuvo un efecto llamada para las nuevas empresas, que se ubicaron cerca de la red de gaseoductos existente para disponer de una fuente de energía abundante y que permitía incorporar hornos de llama directa. Por ello, esta red fue uno de los factores más importantes, no el único obviamente, para que se produjera una gran concentración industrial, que conllevó las ventajas asociadas a establecer fuertes sinergias entre empresas, pero también desventajas como la saturación de unas infraestructuras insuficientes o la acumulación de impactos ambientales.

La progresiva ampliación de la red de gaseoductos permitió la ampliación del clúster cerámico a otras zonas y poblaciones, lo que fue expandiendo ligeramente el clúster cerámico, y la cercanía al gaseoducto dejo de ser un parámetro crítico, permitiendo descongestionar el clúster original.

 

La red de infraestructuras viarias como eje de expansión

La evolución de la industria cerámica a fabricar más productos diferenciados (por tipo de porosidad, espesores, diseño, formatos, etc.), el uso creciente de materias primas de importación, junto con nuevas formas de comercialización han determinado que las empresas primen la logística en los procesos de decisión de su ubicación. Así poco a poco, el clúster se ha ido expandiendo alrededor de las grandes vías de comunicación cercanas al mismo (especialmente la AP-7 y la CV-10), que en los últimos años se están convirtiendo en el auténtico eje articulador del clúster cerámico.

 

El desafío de la descarbonización abre un nuevo paradigma

En un futuro la logística sin duda va a seguir jugando un papel importante, a mi juicio, pero quizás el acceso a la energía está llamado a ser un factor de nuevo determinante en los próximos años, en los que la descarbonización va a ser uno de los principales desafíos. Quizás existan emplazamientos más óptimos que otros en este nuevo escenario, en el sentido de mayores posibilidades de acceso a fuentes de energía verdes o renovables por simbiosis industrial (por ejemplo: junto a zonas portuarias, o junto a actividades excedentarias de energía verde o de subproductos energéticos como el biogás), o en zonas de baja densidad de industrias y de población, donde se puedan desarrollar e implantar sistemas de generación de energía renovable “in situ” integrados en las empresas o en los polígonos, lo que sin duda, impactará en la configuración física del clúster. Lo veremos en los próximos años.

 

Eliseo Monfort Gimeno

Catedrático de Ingeniería Química de la UJI