Perspectivas para el 2022, ¿año “post-pandémico” y algo más?
Tras un año pasado con un crecimiento mundial del 5,5 %, en gran medida por el efecto rebote, las previsiones para este nuevo año 2022, apuntan a un escenario global de crecimiento contenido (3,5-4,0 %) con un alto grado de incertidumbre y volatilidad, fruto de la persistente pandemia y de las consecuencias asociadas a la “post-pandémia”.
Sin duda las vacunas desarrolladas en tiempo récord y administradas de forma masiva, el aprendizaje y la mejora en la gestión de las complicaciones asociadas a la enfermedad y los nuevos tratamientos más específicos, unidos a las ya elevadas tasas de infectados y re-infectados de la última cepa (omicron) con una menor gravedad tanto en número de hospitalizaciones como al descenso de la mortalidad hacen que veamos el futuro en este sentido, salvo nuevas variantes y mutaciones por venir, con cierto optimismo. Bien es cierto que las cifras son muy dispares si hablamos de países avanzados o de emergentes y economías en desarrollo de nivel 2 ó 3, en los que la tasa de vacunación no alcanza todavía siquiera el 10% en una primera dosis.
Como ya sabemos, en el año 2020, se produjo un efecto de frenazo brusco, con caída muy fuerte de la actividad (confinamientos) prácticamente planetaria y a continuación una fuerte aceleración (salvo en sectores críticos), lo que provocó un importante desajuste entre la oferta y la demanda.
El impacto fue especialmente acusado para la economía española que en el 2020 tuvo una caída del PIB del -10,8%, para pasar a un escenario de crecimiento en el 2021 (cierta recuperación) del 5% y unas previsiones para el 2022 del 5,8 y del 3,8 % en el 2023.
A tener muy en cuenta por su relevancia el efecto de “ralentización” de China y el alto riesgo de su burbuja inmobiliaria (sobredimensionada) que se espera comience una implosión controlada a partir de este año. Y los países emergentes y en desarrollo endeudados, donde se acusará el incremento del coste de la deuda.
Como consecuencia de esto, se han producido, distintos cuellos de botella en las cadenas de suministros, que han afectado desde las materias primas hasta los componentes electrónicos, bienes de equipo, manufacturas…, con roturas de stocks significativas.
Por otro lado, requiere una mención especial en el año, el grave problema energético que, por una parte, ha sido consecuencia de la singular fórmula para calcular el precio de la electricidad con un mix en el que cada vez tienen más peso las renovables (46,6% 2021), pero que pensado inicialmente para promoverlas, ahora perjudica el precio por la incidencia de otras fuentes no renovables y más caras.
Por otra parte, hemos sufrido una exorbitante subida del precio del gas natural, consecuencia de su coste, con cierre de uno de los gaseoductos provenientes de Argelia vía Marruecos, los retrasos en la aprobación y puesta en marcha de la conexión Nord Stream 2 (sine die) que une Rusia con el norte de Europa, y más recientemente las consecuencias asociadas a la tensión prebélica de Rusia con Ucrania. En este sentido, indicar que España sólo depende del gas ruso en un 8% respecto a un 45% del argelino. Siendo en nuestro caso un problema más de precio que de disponibilidad.
Los mercados a futuro apuntan que estos precios elevados no parecen vayan a cesar, hasta dentro de unos 18-24 meses. Si es que se toman medidas en ese sentido, cómo incrementar notablemente el uso de los buques con gas licuado y aprovechar las plantas gasificadores existentes, diversificando las fuentes de abastecimiento. (USA, Qatar,…).
Por otra parte, y no menos importante, está siendo el impacto que están provocando los compromisos adquiridos de una acelerada transición energética con un coste de la huella de carbono in crescendo continuo (€/Tm CO2). En parte debido a especuladores que se aprovechan de las circunstancias. En este sentido es clave conseguir una velocidad de transición asumible por los sectores productivos para tener disponibles verdaderas alternativas reales a implementar. De las cuatro opciones posibles actualmente: electrificación total, biocombustibles, hidrógeno verde y/o captura de CO2, ninguna de ellas está en disposición para ser un sustituto eficiente y rentable del gas natural por ahora para el sector cerámico.
Las prometidas ayudas europeas para la recuperación (Fondos Next Generation y otros) como siempre llegan tarde, en cuentagotas y en muchos casos benefician a macro-empresas y/o sectores prioritarios pero no a las empresas del sector cerámico. Y en muchos casos no suponen más que una pequeña parte (demostradores o proyectos piloto) de las millonarias inversiones a realizar.
Todo ello ha provocado una elevada inflación (6,5% 2021, no vistas desde los años 90) que parece más persistente de lo que en un principio se pensaba, ya que se han ido trasladando las subidas de precios masivas en materias primas, materiales elaborados (atomizado y esmaltes), material de envase y embalaje, transporte,… Bien es cierto que la inflación subyacente (sin energía), se ha situado en el 2,6%.
Por completar el escenario existe una fuerte demanda de los trabajadores del sector para incrementar sus salarios, recordar la tensa negociación del convenio del año pasado, que ahora habrá que volver a plantear en este nuevo escenario. La indexación a la productividad y los resultados de la empresa debería ser un elemento incuestionable superando como único elemento de referencia su paralelismo con el IPC.
La renovación generacional tanto de la propiedad como la de los técnicos y trabajadores del sector con la adecuada formación, en conocimientos cerámicos, innovación, nuevas tecnologías y soft skills con una adecuada estrategia de atracción y retención de talento seguirá siendo clave en los años venideros.
Y cómo remate, se plantea una progresiva retirada de apoyos gubernamentales y un inicio de la senda de incremento del precio del dinero (primero en USA), de momento contenida en Europa durante este año.
Como es comprensible, todos estos factores han supuesto un incremento de costes imposible de asumir por las empresas del sector que se han visto abocadas a realizar subidas de los precios de venta importantes (5-25%), según empresas y mercados, para conseguir mantener los márgenes y rentabilidad mínimas.
Es sobradamente conocida la valentía, resiliencia y capacidad de regeneración del sector, que ha dado muestras una y otra vez, en las últimas décadas, de su elevada competitividad y profesionalidad. Con indudables fortalezas arraigadas que lo hacen sólido frente a todas las vicisitudes y circunstancias coyunturales, así como, cuando ha sido necesario a profundos, y en ocasiones arriesgados, cambios tecnológicos que han sido acometidos desde la iniciativa privada, con pocas ayudas gubernamentales, comparado con otros sectores productivos.
Con cierta recuperación del mercado nacional (Europeo) el sector se ha volcado en la exportación, mercados en los que cada vez hay mayor número de fabricantes locales y a su vez proliferan los exportadores que aumentan en número, intensidad y radio de influencia, lo que hace cada vez más difícil seguir creciendo en algunos mercados y que escaseen los nuevos caladeros.
Por último, sin lugar a duda el binomio: crecimiento – tamaño y rentabilidad (EBITDA), serán determinantes de la verdadera competitividad de las empresas y por supuesto en su única alternativa sostenible a medio y largo plazo.
Por esta razón el sector cerámico continua mostrando su fortaleza y despertando el interés para los inversores, que siguen apostando por realizar operaciones corporativas avanzando en su concentración e internacionalización. Este año seguro asistiremos a algunas más.
Socio Fundador de nero family