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Urbanismo sensorial: la ciudad como experiencia

Ciudades diseñadas con los 5 sentidos

La atmósfera, el carácter y las cualidades sensoriales se están convirtiendo en factores fundamentales en la definición de las ciudades y territorios inteligentes. Así, en los últimos años, numerosos estudios han retomado el concepto de ciudad y ámbito urbano, combinando distintos enfoques de urbanismo contemporáneo con el denominado urbanismo sensorial, todo ello con el fin de ofrecer una descripción más amplia del espacio público, incorporando todo el espectro de fenómenos perceptivos que conforman la dimensión sensorial más allá del régimen de lo visual. Según esto, las propiedades materiales y táctiles, el control de la temperatura, la humedad y los olores, junto con las cualidades acústicas, adquieren especial relevancia en la concepción del espacio público (Zardini, 2016).

El concepto de urbanismo sensorial surge en contraposición a una visión sesgada a la hora de pensar y diseñar las ciudades, excesivamente centrada en el sentido de la vista, con lo cual se desperdicia la oportunidad de involucrar todos los demás sentidos y, con ello, la posibilidad de potenciar la calidad de vida de la ciudadanía. De esta manera, la incorporación de sonidos, olores y texturas permite modular la experiencia de la ciudadanía, haciendo de la ciudad un espacio funcional, amigable y accesible (Howes, 2022).

La realidad virtual y aumentada como herramientas

A este respecto, investigadores como David Howes, director del Centro de Estudios Sensoriales de la Universidad de Concordia (Canadá), están llevando a cabo estudios etnográficos con el objeto de elaborar guías de buenas prácticas de diseño sensorial de espacios públicos. Otros, sin embargo, apuestan por la alta tecnología y utilizan dispositivos portátiles para registrar datos biométricos, como la frecuencia cardíaca, un indicador de las respuestas emocionales a diferentes experiencias sensoriales, o bien adoptan herramientas más sofisticadas de realidad virtual y realidad aumentada (Figura 1).

 

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Figura 1. Exploración de la ciudad mediante realidad virtual en distintos momentos del día (Globa et al., 2019).

 

A lo largo de los años, se han realizado numerosos estudios con el fin de definir y cuantificar una serie de variables que permitiesen, de algún modo, medir la habitabilidad de una ciudad y, así, poder determinar qué hace de una ciudad un buen lugar para vivir. No obstante, la mayoría de los aspectos que intervienen en la toma de decisiones son cualitativos y, por consiguiente, inherentemente abstractos y sensoriales. Estos aspectos tienen que experimentarse para entenderse y, por tanto, son extremadamente difíciles de comunicar con los medios de representación convencionales como gráficos, textos o imágenes. Y es que, tal y como señala el profesor Beau Beza de la Universidad de Deakin (Australia), las representaciones estáticas en papel de un paisaje urbano, un parque o una plaza son difíciles de visualizar para muchas personas. Ser capaces de “moverse” dentro y escuchar cómo suena algo aumenta la comprensión considerablemente. Esto explicaría el hecho de que el urbanismo sensorial sea un campo actualmente en expansión, impulsado por los más recientes avances tecnológicos que permiten crear entornos inmersivos que integren los aspectos sensoriales e intangibles del lugar (Globa et al., 2019).

Ejemplos prácticos: espacios libres de ruido y mapas olfativos urbanos

A continuación, veamos algunos ejemplos de distintas partes del mundo que ilustran la inclusión de elementos multisensoriales en los criterios de diseño y planificación de las ciudades. Una de las líneas de trabajo más prolíficas en el campo del urbanismo sensorial se centra en la evaluación de los efectos causados por determinados estímulos sensoriales invasivos, tales como niveles elevados de ruido, derivados de la proximidad a autopistas o zonas de ocio nocturno, u olores intensos desagradables como el procedente de las cloacas. Pues bien, la implementación de distintas herramientas TIC hace posible la identificación de áreas problemáticas dentro de la ciudad, al tiempo que contribuye al despliegue de los consiguientes planes de mejora. En el caso de Berlín, el plan de acción municipal contra el ruido cuenta con una app móvil gratuita (Figura 2) que permite a los ciudadanos identificar zonas tranquilas, libres de contaminación acústica (Radicchi, 2017).

 

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Figura 2. Hush City app: una novedosa aplicación móvil para evaluar el silencio en las ciudades mediante crowdsourcing (Radicchi, 2017).

 

Otro ejemplo interesante es el de los mapas olfativos de las ciudades de Londres y Barcelona, elaborados a partir de los datos que acompañan a fotografías georreferenciadas procedentes de las redes sociales, p ej. etiquetas de Flickr e Instagram (Figura 3). De esta manera es posible observar como cambia el paisaje olfativo urbano con el tiempo y el espacio, así como las emociones que comparte la gente en lugares con olores específicos.

Esto ha permitido efectuar modificaciones, por ejemplo, en determinados barrios londinenses de moda, en los que los restaurantes económicos de comida rápida, que servían como lugar de reunión para los adolescentes, han sido progresivamente desplazados por modernas cafeterías, pasando de un olor a pollo frito, desagradable para los nuevos residentes de un mayor poder adquisitivo, a un agradable olor a café recién hecho. Esto sirve para ilustrar todavía más la complejidad de las percepciones sensoriales, las cuales, lejos de ser algo meramente biológico, también son moldeadas cultural y socialmente, y como la percepción de los espacios públicos incluye o excluye a determinados tipos de personas (Hattam, 2022).

 

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Figura 3. Mapa olfativo de la ciudad de Londres (Radicchi, 2017).

 

El rol de los materiales cerámicos en el urbanismo sensorial

En último lugar, pero no menos importante, centraremos nuestra atención en el papel de los materiales cerámicos dentro de esta nueva concepción del espacio urbano como una experiencia multisensorial. En este sentido, la cerámica, más allá de su vasto potencial en la componente visual, a la hora de reproducir infinidad de colores y diseños, puede también emplearse para incorporar componentes táctiles, olfativos y sonoros. La integración de narices electrónicas en los componentes cerámicos de los baños, el empleo de baldosas cerámicas extruidas cuyo diseño permite mejorar las propiedades acústicas de los espacios o la generación de texturas en las superficies de las baldosas que permitan la señalización braille (Figura 4) son solo algunos ejemplos (Martínez-Guillamón et al., 2011).

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Figura 4. Solución podotáctil, proporcionando un sistema de orientación práctica para los ciegos y discapacitados visuales (Aleluia Cerâmicas).

 

Esta última componente, la táctil, a menudo pasa desapercibida en este tipo de actuaciones puesto que, por razones de higiene, se nos desaconseja utilizar las manos para explorar una ciudad. Sin embargo, los materiales cerámicos a través de la incorporación de especies activas en su formulación, tales como nanopartículas de plata u óxido de titanio, pueden desarrollar propiedades antibacterianas y antivíricas, algo fundamental en entornos donde deben extremarse las condiciones de higiene y seguridad, tales como hospitales, cocinas, restaurantes, escuelas, aeropuertos y un largo etcétera de espacios tanto públicos como también privados. Además, en el caso del óxido de titanio, las superficies cerámicas adquieren también propiedades fotocatalíticas, siendo capaces de actuar sobre los óxidos de nitrógeno (NOx) presentes en el ambiente, eliminándolos, con la consiguiente mejora de la calidad del aire. Con todo esto en mente, no queda duda de que los materiales cerámicos van a resultar un aliado clave en esta nueva concepción de las ciudades.

 

José Planelles Aragó

Unidad de Inteligencia Competitiva del  ITC-AICE