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Miguel J. Galindo, CEO de Strateg-On Business Consultancy

Minería 4.0 – suministro de materias primas críticas

Desde al año 2011, la Comisión Europea publica un estudio sobre la disponibilidad de materias primas críticas en el mercado europeo. El estudio, con una periodicidad trianual, analiza decenas de materias primas en base a dos criterios fundamentales: el riesgo de suministro y su impacto en la economía europea. El riesgo de suministro se clasifica en función de la disponibilidad de producto (medida como número de explotaciones y productores, es decir la concentración del suministro) y el riesgo país de su origen. El impacto en la economía europea se mide en función de los sectores económicos en los que se utiliza y la existencia o no de materiales alternativos y/o sustitutivos.

 

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Figura 1. Los sucesivos estudios muestran un aumento del número de materias primas catalogadas como críticas para la economía europea. (Comisión Europea)

 

La primera conclusión llamativa es la evolución creciente del número de materias primas críticas. En el primer estudio en 2011, la Comisión Europea definió 14 materias primas como críticas para la economía europea. En el último análisis de 2020, la cifra se ha más que duplicado hasta 30. No sólo se han añadido nuevas materias primas al grupo considerado como crítico, sino que además la criticidad de muchas de ellas ha aumentado. Es decir, se incrementa la concentración de suministradores y el riesgo país a la vez que aumenta el impacto de muchas de estas materias primas en la economía europea. Otra conclusión es la importancia de China no sólo como consumidor de materias primas, sino como productor: más de la mitad de las materias primas críticas se producen mayoritariamente en China.

En el estudio vemos que aparecen algunas materias primas fundamentales para el sector cerámico: Cobalto, boratos, litio, barita, entre otras. Cerca del umbral de criticidad se encuentran otras como el circonio o los feldespatos. Esta era la situación a principios de 2020 (el estudio se publicó en septiembre de 2020 sobre la base de datos de 2019). Es decir, que no se ha incluido el impacto de la pandemia de Covid-19, la Guerra en Ucrania o la explosión de demanda de vehículos eléctricos. La próxima edición, probablemente el año que viene, verá sin duda incrementado el número de materias primas críticas.

Esta tendencia, que los profesionales del sector de minerales industriales venimos constatando desde hace años, responde a una serie de factores estructurales y otros coyunturales. Entre los segundos cabe citar el impacto de la pandemia en la producción minera en diferentes países o en la cadena logística. Francisco Calomarde indicaba en esta misma sección en julio el impacto en la disponibilidad y coste de contenedores. También añadía el impacto de la invasión rusa de Ucrania sobre el suministro de arcillas.

 

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Figura 2. Materias primas críticas para la economía europea (Comisión Europea, 2020).

 

Sin embargo, No hay que olvidar los factores estructurales que son más preocupantes, en mi opinión:

Por un lado, los bajos precios de la mayoría de las materias primas durante los últimos diez años han desincentivado la inversión en exploración y desarrollo de nuevos yacimientos (Figura 3). La inversión en exploración de nuevos yacimientos sigue una clara correlación con los precios de las materias primas, sin embargo, a pesar del aumento significativo de los precios en los últimos tres años, la inversión en exploración ha aumentado en menor medida.

 

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Figura 3. Inversión en exploración minera no metálica (S&P Global Market Intelligence)

 

La localización, caracterización y desarrollo comercial de un yacimiento es un proceso complejo y muy costoso, en tiempo y en recursos: es habitual periodos de desarrollo entre 10 y 20 años desde su descubrimiento hasta la explotación comercial. Es decir, hasta el momento en que sale la primera tonelada de mineral comercializado desde un nuevo yacimiento, las compañías mineras deben invertir capital y recursos durante 10 ó 20 años con el riesgo e incertidumbre que ello conlleva. En el caso de una planta industrial, los periodos desde la decisión de inversión hasta la primera comercialización de producto son mucho menores. Por ejemplo, Tesla ha tardado sólo dos años en construir en Berlín una gigafactoría para producir 500.000 vehículos eléctricos. Este desacople va a hacer que materias primas como el litio o el grafito necesarios para las baterías de los vehículos eléctricos, entren en un periodo de déficit estructural hasta que se desarrolle suficiente suministro para proveer todo el aumento de demanda previsto en la próxima década.

Europa lleva décadas reduciendo su sector minero en favor del desarrollo de yacimientos en terceros países, especialmente en Africa, Asia y Sudamérica. Desde hace unos meses, los principales gobiernos hablan de la necesidad de “regionalizar” las cadenas de suministro, reduciendo su dependencia de China. Sin embargo, la aceptación social de la minería en Europa es muy baja. La percepción de la minería como una actividad insegura, insalubre y contaminante sigue anclada en una visión de la minería del siglo XIX, que lamentablemente continúa produciéndose en algunos países.

La minería actual, la minería 4.0, está altamente tecnificada, la robótica, inteligencia artificial, analítica big-data, operaciones en remoto son cada vez más frecuentes. Por ejemplo, Rio Tinto opera tres grandes minas de mineral de hierro en la región de Pílbara, en el noroeste de Australia desde un Centro de Operaciones situado en Perth, a 1.500 km de distancia. Desde ahí, operadores altamente cualificados dirigen una flota de vehículos autónomos, robots de perforación y mantenimiento en las minas así como trenes sin conductor que transportan el mineral a los puertos para su exportación (Figura 4).

 

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Figura 4. Centro de Operaciones Remotas en Perth, Australia (Rio Tinto)

 

Boliden utiliza robots cargadores en su mina subterránea en Garpenberg, Suecia, controlados desde la superficie, evitando el ingreso de personal en las galerías. Se están empleando incluso tecnologías como el mapeo tridimensional de galerías subterráneas mediante drones. Se han hecho avances similares tanto en control medioambiental como en rehabilitación de espacios mineros tras el fin de su explotación.

La minería puede y debe contribuir a la sociedad no sólo con materias primas necesarias para el progreso, sino con empleos de alta calidad, mejora de las condiciones medioambientales y apoyo a las comunidades en las que operan. La sociedad debe exigir estas condiciones a cualquier proyecto o empresa que se lance al desarrollo de un yacimiento o esté ya en producción. Las autoridades y los gobiernos deberían impulsar más acciones de comunicación para acercar la minería 4.0 a la población, devolviendo a Europa una tradición mineral milenaria, tan necesaria para garantizar el suministro de materias primas necesarias para el progreso de nuestra sociedad.

 

Miguel J. Galindo, CEO en Strateg-On Business Consultancy