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Condiciones para un reinicio de la producción industrial de forma segura VIGILANCER

Condiciones para un reinicio de la producción industrial de forma segura: una visión crítica

En las últimas semanas, las diferentes empresas que integran el sector cerámico se enfrentan a un proceso complejo, largo y paulatino de reinicio de las actividades de producción, tras un forzoso período de hibernación debido a la situación excepcional generada por el coronavirus SARS‐CoV‐2, causante de la enfermedad COVID-19. Un escenario, cuanto menos intrincado, definido por el desplome de la demanda de baldosas cerámicas y las cada vez más estrictas medidas de contingencia para frenar la propagación del virus.

En este sentido, las organizaciones empresariales y sindicales han manifestado que la prioridad del sector, ante la reapertura de las instalaciones industriales, es que ésta se lleve a cabo con las máximas garantías sanitarias. Así, según establece Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), la gestión actual de la prevención de los riesgos laborales debe ajustarse a la situación de excepción causada por el SARS‐CoV‐2 y, por ello, adquiere especial relevancia la necesidad de ser rigurosos en la información que se pone a disposición de los profesionales del sector.

Escenario COVID -19: la fiebre de los desinfectantes

Tal y como señala Vicente Lázaro, en uno de nuestros insights de hace unas semanas, la necesidad imperiosa de garantizar superficies completamente asépticas, para prevenir el contagio, mitigar la expansión del virus y contener la propagación de la enfermedad, ha provocado la proliferación de múltiples productos y tratamientos, como por ejemplo los basados en el empleo de ozono. Desde la Sociedad Española de Sanidad Ambiental (SESA), se observa un incremento considerable de empresas que están ofertando servicios de desinfección de espacios públicos y privados, empleando productos viricidas cuya eficacia frente al virus SARSCoV2 no ha sido debidamente demostrada siguiendo la norma UNE-EN 14476, la cual evalúa la capacidad viricida de los antisépticos y desinfectantes químicos. Concretamente, los productos químicos autorizados y registrados en España, que han demostrado capacidad para inactivar al virus, atendiendo a dicha norma, son los que recoge el Ministerio de Sanidad en el Listado de Viricidas para uso ambiental (TP2), uso en la industria alimentaria (TP4) y para su uso en la higiene humana (TP1).

Ozono, dióxido de cloro y nebulizadores en el punto de mira

El caso del ozono es especialmente curioso. Si atendemos a las estadísticas de Google Trends, la búsqueda de las palabras “ozone generator covid-19” arroja 335.000 resultados y de la “ozone generator coronavirus” un total de 359.000. Existe pues un interés más que considerable en el empleo del ozono en la lucha contra el citado virus. Sin embargo, la realidad es que el ozono se encuentra todavía en estado de revisión por la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) y su empleo como desinfectante de uso ambiental no ha sido validado por la Unión Europea. Más aún, el ozono es una sustancia altamente oxidante que resulta efectiva como bactericida, es decir, en la eliminación de bacterias, pero no virus como el SARSCoV2. Además, en el caso de emplearse como bactericida, se requieren unas concentraciones lo suficientemente altas que pueden producir daños en los pulmones y en las células olfatorias por exposición directa al gas, según establece el Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional de Estados Unidos (NIOSH). Algo similar ocurre con el dióxido de cloro, un eficaz bactericida y fungicida pero no viricida, por lo que tampoco se encuentra en el listado antes mencionado. Finalmente, la SESA advierte contra el uso indebido de túneles y arcos de descarga de ozono (Figura 1), aplicados directamente sobre personas, subrayando que actualmente no existe en nuestro país ningún producto biocida o viricida que esté autorizado por el Ministerios de Sanidad para su aplicación directa sobre los trabajadores.

Arco de nebulización

Figura 1. Arco de nebulización. Fuente: Higieneambiental.com

 

Estabilidad e inactivación del virus. La lejía un valor seguro

Si se analiza en profundidad las condiciones ambientales en las que el virus SARS‐CoV‐2 se mantiene estable, tal y como se describe en uno de los estudios más recientes, el virus es capaz de permanecer activo en superficies comunes durante periodos de tiempo relativamente largos. Así, para una temperatura de 22ºC y una humedad ambiental del 60%, el virus permanece hasta 3 horas sobre superficies de papel y cartón, de 1 a 2 días sobre madera, ropa o vidrio y más de 4 días cuando se deposita sobre acero inoxidable, plástico, billetes y mascarillas. Además, este mismo estudio apunta que el virus presenta estabilidad en un rango amplio de temperaturas, tanto a valores bajos (40C, persiste durante 14 días) como a temperaturas superiores, siendo necesarios tratamientos de 10 minutos a 560C o de 1 minuto a 700C para reducir significativamente su concentración. Los datos experimentales señalan que la concentración del SARS‐CoV‐2 se reduce entre 4 y 6 órdenes de magnitud a los 5 minutos de aplicar hipoclorito sódico (lejía) en concentraciones de 1:49 y 1:99, etanol al 70%, povidona yodada al 7.5%, cloroxilenol al 0.05%, clorhexidina al 0.05%, cloruro de benzalconio al 0.1%, y solución de jabón líquido en proporción 1:49. Esto estaría de acuerdo con las recomendaciones emitidas por la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Sanidad Español que, básicamente, consisten en la aplicación disoluciones acuosas de hipoclorito sódico, etanol o peróxido de hidrógeno como principales productos para inactivar superficies, lo cual justificaría que la demanda de estos productos se haya disparado globalmente. En este escenario resultan muy interesantes iniciativas como la instalación de plantas modulares de producción de hipoclorito sódico in situ, mediante electrolisis de salmuera (Figura 2), con una capacidad adaptable que va desde los 50 hasta los 120.000 litros diarios y que permiten a las industrias autoabastecerse.

Producción de lejía in situ

Figura 2. Planta modular para la producción de lejía in situ mediante electrólisis de salmuera. Fuente: Revista Técnica de Medio Ambiente

 

El boom del gel hidroalcohólico dispara la demanda de etanol

En el caso de los de sobra conocidos geles hidroalcohólicos, producto clave en la higiene de manos, la demanda es tan desmesurada que ha generado una gran escasez de determinadas materias primas empleadas en su fabricación (Figura 3). Concretamente, los precios de las diferentes variedades de alcohol se han llegado a cuadriplicar en las últimas semanas. Esta gran demanda ha motivado la aparición en el mercado de geles cuya actividad viricida no ha sido debidamente contrastada. En relación con este punto, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha hecho público un listado con aquellos geles hidroalcohólicos de eficacia demostrada y que, en ningún caso, presentan un porcentaje de etanol inferior al 50% en su fórmula. Cabe también mencionar que, las refinerías están destinando una buena parte de su producción a la fabricación de alcohol etílico para su uso como desinfectante en general y de manos en particular, y actualmente trabajan con los gobiernos europeos para garantizar una mayor producción y mantener las cadenas de suministro.

Reactores para la fabricación de gel hidroalcohólico

Figura 3. Reactores para la fabricación de gel hidroalcohólico de la empresa Cantabria Labs. Fuente: El Diario Montañés.

 

Sistemas de detección por termografía: una medida no exenta de polémica

En el escenario actual, la intervención de los servicios de prevención frente a la exposición al SARS‐CoV‐2, en el ámbito de las empresas es crucial, adaptando su actividad con recomendaciones actualizadas, científicamente contrastadas, de carácter organizativo y de protección personal. Por todo esto, resulta fundamental colaborar con las autoridades sanitarias en la detección precoz de todos los casos compatibles con la enfermedad COVID‐19 para controlar y mitigar su transmisión. Para tal fin, existen recursos tecnológicos disponibles en el mercado que pueden resultar de gran utilidad. Este sería el caso de los termómetros infrarrojos sin contacto, las cámaras de medición de temperatura corporal (Figura 4) y los controles de accesos con medición de temperatura corporal. Estos sistemas, cuentan con lentes infrarrojas a partir de las cuales se elabora un mapa del calor emitido por los trabajadores con el fin de detectar síntomas de fiebre e identificar a las personas potencialmente infectadas por el virus. Evidentemente, una valoración médica posterior de otros síntomas asociados como tos, dificultad para respirar o fatiga permitirá completar este diagnóstico inicial. Sin embargo, el uso de estos escáneres sólo nos permite detectar a un trabajador infectado cuando presenta los síntomas antes mencionados, por lo que durante el denominado período de incubación o en el caso de los llamados asintomáticos, las personas infectadas serían indetectables. Además, este tipo de procedimientos tampoco están exentos de polémica, puesto que, según apuntan desde la Agencia Española de Protección de Datos, muchos se están realizando sin el criterio previo y necesario de las autoridades sanitarias y, en el caso de las cámaras térmicas dotadas de reconocimiento facial, el tratamiento de estos datos personales puede suponer una injerencia grave en los derechos de los afectados.

Detección de un pasajero con fiebre

Figura 4. Detección de un pasajero con fiebre en la terminal de un aeropuerto mediante una cámara infrarroja. Fuente: Optris Global

 

EPI homologados y su reutilización forzosa

Otro aspecto interesante que nos gustaría discutir es el relacionado con los Equipos de Protección Individual (EPI), los cuales deben estar certificados de acuerdo con el Reglamento (UE) 2016/425 y por lo tanto, presentar el marcado CE de conformidad. En líneas generales, la recomendación por parte de las autoridades sanitarias es emplear EPI desechables, o de no ser así, que puedan desinfectarse después del uso, siguiendo las recomendaciones del fabricante. En el caso de nuestro sector, el Plan de Continuidad frente al Coronavirus SARS CoV-2 para el sector del vidrio y la cerámica, establece que los EPI que deben emplearse sean mascarilla del tipo FFP2 o FFP3 (UNE-EN-149) y guantes de protección UNE-EN ISO 374.5:2016. Pues bien, la intensa demanda de estos productos propicia la reutilización de los mismos, lo cual puede traducirse en una pérdida de su funcionalidad si las condiciones de reacondicionamiento no son las adecuadas. En el caso de las mascarillas, la Agencia Española de Higiene Industrial ha recopilado un compendio de estudios sobre el impacto en la efectividad de estos EPI tras someterlos a tratamientos térmicos, detergentes u otros productos químicos y radiaciones, con el fin de poder ser reutilizadas. Tras el análisis de estos trabajos, podemos afirmar que todos los equipos de protección respiratoria, certificados por la reglamentación europea, han sido ensayados bajo temperaturas de 700C y -30º0C durante 24 horas. Por lo tanto, un tratamiento de 70ºC durante 30 minutos, tal y como se recomienda desde el INSST, no deteriora su capacidad de filtración. Sin embargo, la aplicación de vapor a 1340C, alcohol pulverizado o elevadas dosis de radiación UV (Figura 5) pueden deteriorar la capacidad de filtración. Y no sólo esto, sino que tratamientos, a priori tan inocuos, como el lavado con una solución jabonosa pueden causar deformación y fallos de ajuste.

Reacondicionamiento de mascarillas

Figura 5. Reacondicionamiento de mascarillas mediante luz UV. Fuente: Vesismin Health

 

A modo de conclusión, desde VIGILANCER, pretendemos promover una actitud crítica frente a la avalancha de información referente a la seguridad de los trabajadores del sector, basado en la criba, la documentación y el posterior contraste de información, en este complejo escenario generado por el coronavirus SARS‐CoV‐2. De esta forma, sólo a través del rigor científico y los resultados debidamente analizados, aniquilaremos esa sensación de falsa seguridad ante la enfermedad COVID‐19 y podremos así encarar la tan necesaria recuperación de nuestra actividad industrial con garantías.

 

José Planelles Aragó

Técnico de la Unidad de Inteligencia Competitiva de ITC