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Jaime J. Sánchez, Vicepresidente de la SECV

¿Qué es esto de la blancura? (Herman Melville)

Una línea es un punto que camina (Paul Klee)

Que el New York Times defina la última obra de Edmund de Waal como fascinante, afirmando que de Waal escribe sobre la porcelana de la misma manera que el neoyorquino Melville escribió sobre el cetáceo blanco, es decir, como uno de los elementos centrales del universo, como la odisea de una lucha obsesiva y eterna, no es una afirmación menor. Lo confirma el propio de Waal, profesor en Westminster, cuando sostiene haber leído Moby Dick y conocer los peligros del blanco, ese color que atrae de modo irresistible hacia algo tan puro. La porcelana pertenece a la categoría de los materiales que truecan los objetos en algo distinto. Es alquimia. Es un misterio. ¿Quién podría no obsesionarse con ella?


Estos días azules se clausura la exposición temporal sobre la cerámica de Nolla en el museo Manolo Safont de Onda. Esta fábrica cerró sus puertas en los años 70 del pasado siglo. En esos años la SECV daba sus primeros pasos en la concesión de los premios Alfa de Oro, que también se hallan en el museo de Onda en custodia permanente. La tenaz iniciativa del arquitecto francés Xavier Laumain ha sacado del olvido estos materiales porcelánicos decimonónicos de Nolla, con un Congreso Internacional, una exposición en el Museo Nacional González Marti y con un monumento fallero experimental, premiado en Valencia por su carácter innovador.


Y además, un monumento con mosaicos inspirados en Nolla se expone en medio de la nada, en el desierto de Nevada, dentro del festival de arte efímero Burning Man dedicado este año a Leonardo da Vinci. Renaixement, que es como se llama la obra del artista David Moreno y del arquitecto Miguel Arraiz ya está en pie y le toca vivir una locura que está por empezar, tras sortear tormentas de arena y grandes inclemencias meteorológicas, incluyendo un tifón, en este evento contracultural.


Si sumamos los tiempos de ambos hechos, entre la cerámica de Nolla y los premios Alfa, representan mas de 150 años de trayectoria circular. El producto de Nolla es porcelánico coloreado sobre bases blancas, así como lo es la materia de la mayor parte de los premios Alfa de los últimos años. Paul Klee impartía sus clases en la Bauhaus fundada por el arquitecto Walter Gropius en 1919. El berlines Gropius nació pocos años después de que se fundara Nolla en Meliana y aprendió en las fábricas cerámicas de Triana en Sevilla, aquellos saberes que más tarde aplicaría en la Bauhaus de Weimar. Este hecho apenas conocido, lo relataría el propio Gropius en sus conferencias pronunciadas en Madrid, en la Institución Libre de Enseñanza, en los años 30 del pasado siglo. Gropius pudo conocer Nolla durante su estancia en Barcelona, puesto que Gaudí lo utilizó en obras como la Casa Batlló. Su pasión por la cerámica le llevó incluso a polemizar con el sabio sevillano Gestoso, aunque su inmadurez juvenil le impidió captar la dimensión excelsa de la obra del genio de Reus, al que cada mañana observaba en su modesto taller de la Sagrada Familia. La forma sigue a la función. Tras su exilio en Inglaterra, impuesto por los nazis, pasó a los EEUU siendo profesor de Arquitectura en Harvard y falleciendo en 1969. El español José Luis Sert siguió su obra allí, en la Graduate School of Design, donde hay materiales de Nolla entre sus fondos documentales, así como los más actuales cerámicos del siglo XXI. Una tesela de cinco milímetros de lado (punto de cruz) de la misma naturaleza fisicoquímica y microestructural que las líneas continuas de dimensión ilimitada que hoy día nos asombran, suponen ambas entidades, un camino de ciencia y técnica que, de la mano, han tardado siglo y medio en recorrerse.


En la sala de Compañía o “pieza de la colgadura de Francia“ de la Real Casa del Labrador, del palacio Real de Aranjuez, todavía se puede observar un pavimento de ladrillos de porcelana de Buen Retiro del siglo XVIII. El genio de Sureda obtuvo una pasta sin caolín de porcelana dura y fabricó ladrillos muy blancos de la porcelana de Madrid, estudiada hace pocos años por Salvador de Aza y sus colaboradores del ICV.


Unos siglos antes, en los albores del siglo XV, Zhu De, el emperador de Yogle, cuarto de los veintinueve hijos del primer emperador de la dinastía Ming, mandó edificar en Nanjing una obra de arte, maravilla de la arquitectura mundial, la pagoda de porcelana revestida de bloques de porcelana blanca de Jingdezhen, tan perfectos que a todos parecía una piel porcelánica sin discontinuidades

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El Bao-ensi, o Templo de la gratitud Retribuida, en memoria de sus padres, era una pagoda octogonal de nueve plantas, con una altura de 80 metros y 184 peldaños de peregrinación, entre divinidades y santos. Los primeros viajeros europeos no la vieron, absortos de incredulidad, hasta dos siglos más tarde. El primero fue el holandés Johan Nieuhof en 1665. La complejidad de su construcción provocaba una fascinación sin límites en los visitantes. Como el oficial del ejercito británico Granville Gower Loch que visitó la pagoda en 1843. Desde la cumbre se divisaba el fluir majestuoso de las aguas del Yang-Tze- Kiang, y en lo alto de la pagoda más alta de China, bebieron champán a la salud de la reina de Inglaterra, en una escena que hubiera descrito cualquier autor cultivado en el realismo mágico.


Esta obra maestra de la antigüedad fue derribada por un rayo a finales del siglo XIX. El millonario chino propietario de Wanda, Wang Jianlin, el hombre mas rico de China según la revista Forbes, el mismo que adquirió el emblemático edificio de la Plaza de España de Madrid, ha realizado una donación de mil millones de yuanes, que permita reconstruir la celebre pagoda de porcelana, integrándola en un inmenso centro comercial con hoteles y apartamentos de lujo. Pero en el nuevo proyecto ya no habrá ladrillos blancos, sino colores, formas y adornos…


Solo quedan tres ladrillos de porcelana blanca original y se hallan en los depósitos del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. La etiqueta dice: Donación de E. J. Smithers, 1889.

¿Cómo es posible hacer cosas blancas?

Jaime J. Sánchez Aznar

Vicepresidente SECV